Sin costuras y desnuda a ti me
entrego, a tus manos, a tu ojos, a todos tus momentos.
A la oscuridad de la noche y las
profundidades de tu cuerpo, al fluir de tu cascada, a ser movimiento eterno.
He traspasado la barrera de tu
epidermis y nado sola y rápida por tus adentros, me licuo con tu sangre y me
alimento de cada glándula de tu santo universo, he descansado en el rincón de
donde todo nace y al compás del ritmo sereno, me ha adentrado en la fábula de
tus pensamientos… en tus deseos, en esa masa latente que sustenta el
crecimiento, imaginando ser parte
creciente de esos mundos de sueños, ser la portadora de la flor mas blanca que
emana paz y sentimiento...y por mas que he buscado no me he hallado en ninguno de ellos.
Y ante la soledad de ser fluido…
acurrucada en un rincón de tu humano equilibrio, me pregunto... ¿alguna vez he existido?
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He recibido tu carta…Escribes de tus viajes
excursiones a mis adentros,
sin equipaje por desnuda
cegada en tu entrega…
Desde bellos amaneceres
a preciosas puestas de sol,
el fluir de mil cascadas en color
movimiento eterno por amor
Has hecho noche en lo más alto
la montaña que son mis pensamientos,
visto el lago tranquilo, en su calma
también las olas
crecidas por el viento
Perdida en este cuerpo te siento
buscando alimento y sustento,
tú, que navegas por mis venas
dudas de tu existencia en soledad
Tú mi amor, amor puro y nada más...
Hay un solo cuerpo, un solo rincón
un solo pensamiento y una única flor.
Yo seré el tallo que te eleve, veras el sol
Mía en alma, un solo cuerpo
mi corazón, nuestro latir.
Existimos
Verso: José Manuel Salinas.
Prosa: Rocío Pérez Crespo