lunes, 14 de marzo de 2016

PERDÓN.





 Blanco azúcar es el manto del campo
dulces son tus pisadas por largo y ancho.
Dejando las huellas
marcando en huecos
a este corazón que te hace extraños.

Perdida en las tinieblas del desencanto
mojada en la tormenta,
virginal  lágrima de tu llanto.
Desazones y relámpagos,
pequeña ante los truenos
sometida a la luz del cegador fogonazo.

No llores mi niña de impoluto corazón.
Has dado lo más preciado… tu amor,
de las entrañas sacado,
tu cuerpo y razón
base de los sentimientos, de un ser honrado.

No hagas de mis brazos tú tormento,
de mis palabras,
las dagas y tú lamento.
De mis formas el silencio,
la captura del mal
que bulle desde mis adentros y breve escapa.

Me arrodillo avergonzado de cobardía,
miedos tapados, excusas al viento.
De inseguridades que marchitan,
desconfianzas  en absuelto.

Hija de un Dios crecido,
en la tierra no tienes igual,
palpitaciones que graban tu nombre
en el músculo que me da vida.

Amor latente, que tengo intacto
corazón prisionero, de mi temor carcelero.

Hay  azúcar de caña en nuestras venas,
las dos endulzan, las dos mezclan
 las dos disuelven y es  preciado alimento
para este corazón incierto
que late presto
por  tu amor eterno…

Ingrata mañana de verde escarcha,
que ante el perdón que brotó de mis palabras
… contemplé atormentado  tu espalda.


José Manuel Salinas
Rocío Pérez Crespo.




domingo, 13 de marzo de 2016

TRISTE ESPERANZA.



Encogida esponja
de sentimientos exprimidos.
Vestigio de humedad
en helado corazón
 que no hace charco,
ni barquito de papel
en riachuelos de sucinto viaje

Gasificada esponja agónica
que son tus pensamientos.
Líneas marcadas en ámbar,
 tiralíneas de rojo saciado.

Reflejo claroscuro y en espera,
de una luna lejana, ya sin lucero.
Señales inequívocas
 que engendran en mí, tú olvido.

Hora de escarchas,
marañas perennes de un frío amanecer.
Inmarcesible niebla tornada opaca,
bautismo de la mañana.
Alacena de recuerdos atestada,
mácula traicionera de día soleado,
arquitecta de triste silencio,
cómplice de voz callada.

Suspiros haciendo espesura,
cama de amor dormido,
profundidades inciertas
de camino ya perdido…

Acelerado desenfreno,
cortocircuito de mi mente
resortes que saltan,
en contrapesos vencidos.

Aparece una lluvia invisible,
que no hace charco.
Cargado de neuronas,
barquito de papel mojado.

Línea en rojo encendido,
marcando el hundimiento
de unos sentimientos ya inservibles y muertos


José Manuel Salinas
D.R.