jueves, 28 de marzo de 2013

TE BUSCO.





Te sé en alguna parte
desgraciada en soledad,
nos bañamos en la misma luz,
con el mismo pensamiento…

Sentados estamos, en un sillón que no amortigua
nuestras necesidades –las humanas sin complejos-
tapados con la manta de calor artificial,
visión agradable, simpática del momento.

Y, vacíos, tan vacíos…

Sé que existes, como la primavera en su estación,
que eres viva de ojos, cálida de trato,
buscadora romántica de un rayito de sol.

Me he levantado, he ido hacía la ventana
abierta de la imaginación, donde todo es posible.
Huelo a mar, a bosque y al simple jardín vestido de verde.
No te encuentro, no estás.

Helado, helado estoy sin piel
sin cobijo, sin abrazo…
-Todo es alboroto sentido alrededor-
y tan cansado.

Miro por la ventana sin darme cuenta que es atardecer,
que el sol se está despidiendo, que marcha sin gracia
al nuevo día…

Huérfanos de nuevo, con lágrimas que no se ven,
sin saber quiénes somos, ni dónde encontrarnos,
solo vacío, una vez más…Solo noche.


Rayito de sol que lleva tu nombre.



*José Manuel Salinas*




jueves, 14 de marzo de 2013

UNA VIDA





Colmada transcurre la acequia,
de ascos desbordada…
lento deambular de unas aguas sepia,
en indignos, continuos y malolientes retrasos.

Y tú, en las alturas ya fingidas, reina destronada;
sin color, demacrada, sin espejo,
ojeando en el interior de un pasado,
todo cierto, nada vano.


No llores la caída de la opulencia,
ni maldigas el ayer de los días claros,
quimérica desdicha de una existencia
enriquecida de sedas y poder.

Castillos de cofias, diligentes sirvientes,
oros, esmeraldas, brillantes y,
ese marfil tratado de tus dientes.


Voz cálida que adormece y vence,
estilizada figura engalanada de terciopelo,
prohibida  con descaro para los sin apellido bancario,
desganada para los de nombre vulgar, sin talonario.

Abierta y complaciente siempre estuviste,
desde el atardecer, en sábanas de raso
madrugadas de desnudo calor, fiebres enfermizas
de fuerza sumisa, fingiendo deseo y ardor.

Llegó como si nada, el helado invierno,
la flor se marchitó; las hojas con nombre
volanteadas en su fijo horizonte, perdieron color.
Árida la tierra sin abono, huérfana de riego,
en simple secano humano se convirtió…

Aguas turbias en un seguir fangoso, lento,
barreras de cañizo y barro,
ligadas al allá de lo más lejano
donde la cuna de alcurnias
se conoce como lo más bajo del destino…


*José Manuel Salinas*

miércoles, 13 de marzo de 2013

ÚLTIMO ESCRITO.





Escribo, sí…
Te escribo sin estar en mí,
apenas, un cuerpo en  carnes sin alma,
a nada, solo la ilusión en niñez de ser invisible...


Presiono las letras haciendo hendidura,
lastimando la inocencia virgen del papel,
oliendo la sangre negra de la tinta;
castigando los dedos, agarrotados,
morados, sumisos podridos de una gramática
ya sin sentido e inerte.


Marcharon con el tiempo los ecos limpios de la palabra amor,
el azul de las arterias, ocupadas en fogosos impulsos alterados.
Ya no existe  el aroma del café, la sonrisa cómplice y sincera
de las mañanas embriagadas en ternura.

Ahora, ya desvanecido tú nombre,
muertas están aquellas rosas con espinas y sin cortar,
anuncio tétrico de una ausencia,
haciendo desprecio a la vida,
con ese yo más…Que no volverá.


Escribo, sí,
hago sangre y no duele,
heridas que jamás cerrarán, gangrena,
como amnistía para unos pensamientos fugaces.


Escribo, sabiéndome el tallo que vivía en la húmeda tierra,
ayer frondoso, verde lumínico, sostén de tus rosas blancas;
hoy, sin tu nombre, seco, apocado, tan muerto…

He conseguido ser invisible,
no existo amor…  


*José Manuel Salinas*

lunes, 4 de marzo de 2013

RETAZOS






No olvides, no reniegues del árbol caído; vendrá el tiempo con su tímido retoño, ese que despacio, en su silencio, hará florecer lo más hermoso, el amor en pétalos blancos de nuestro yo más eterno.
Llueve, llueve en gotas de alegría. Se alejaran  los truenos estridentes en desesperanza, aquellos que en momentos, invadían la soledad aterradora del pensamiento.
Eres la colmena de azúcar silvestre, el cobijo agradable de la rosa y su fragancia.
Acortas las distancias en mi pensamiento, dando al intelecto la fragancia que acomoda y sosiega las neuronas.
Me gusta, es inmenso el placer de sentir tu reír, aceleras el aire de mi entorno con tus pequeños suspiros de calidez.


*José Manuel Salinas*