No
preguntes por qué
las
gotas de lluvia son puras,
cristalinas
y sin rencor.
Ni
quieras entender
porque
nos humedecen
con
la tibieza necesitada
el
exterior de nuestro ser.
Atenta
tienes que estar a su caer,
son
como pétalos bendecidos,
elegidos,
de
rosas embriagadas
-para
el humano-
en
lo más divino.
Cógelas
y súmalas,
a
tu exquisita belleza.
Haz
de ellas el sustento interior,
ese,
que
huele a lo perfecto
naturaleza
de preciada flor.
Es
lo ansiado a la tierna caricia,
de
un corazón… bañado en amor.
*José Manuel
Salinas*
Si pregunto, como pasaste de un estado de tristeza, a la maravillosa sensibilidad,ternura,delicadeza y demas sinonimos que podemos aplicarle a este bello poema.
ResponderEliminarY yo tengo una respuesta, espero coincidir con la tuya,aunque lo dudo,eres un maravilloso poeta amigo.
Ese final es un lujo,nada mas lindo que una tierna caricia.
Me encantó esa lluvia de rosas.
Kisss.
Tus versos son acicates que despiertan los sentimientos, la sensibilidad de la cual haces gala al escribir...
ResponderEliminarUn abrazo.
Reme.