Lo nuestro sucedió sin querer,
en lo más profundo del abismo.
Donde la luz juega impura
al escondite macabro de su reflejo.
Fue el roce de lo común,
la necesidad sin programar
de dos personas sin suelo.
El arrojo mutuo de compartir escalera
hizo inseparables nuestros sentidos.
Sin preguntas sobre el
dolor intenso,
mudas las respuestas de aciago destino.
Solos contra todo, con todo en contra,
Íbamos subiendo los resbaladizos peldaños
de nuestra ya,
agónica y vieja herencia.
El miedo compartido es, esperanza de luz,
fuerza motriz e inequívoca, de supervivencia.
Uniendo las manos, pusimos en valor
el poder
enfrentarnos a las terribles, negras piedras
de unas vidas abrazadas… a la desdicha.
Los tiempos cambian, adaptémonos a la evolución
sin reparos, sin mirar atrás, livianos de maletas
para crear nuestro mejor futuro.
*José Manuel Salinas*
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