-El
miedo es la medicina de los vivos,
las
tinieblas, su despojo terminal-
Te sientes
aliada aún sin conocerme,
solo vagas
referencias de lo visto,
noticias de lo
sentido en otras pieles,
amiga
inseparable de los que se han ido.
Se que me
buscas anhelando el encuentro,
tan vestida en
destellos, de una luz solitaria
en cualquier
cuarto, en la esquina de una calle transitada,
o quizá, en la
cama de sábanas blancas y asépticas de hospital.
Traicionas a
los supervivientes, aún desgraciados,
manejando la
sombra; el lazo oscuro que acerca,
te aprovechas
de las debilidades humanas:
desconciertos,
locuras infectadas de desamor,
penumbras que
son el vacío solitario del hombre.
Magníficos
disfraces de todos los tiempos,
prestados en
la ley única de lo cierto;
mil y una
careta inimaginable con un solo fin,
la hermandad
anacoreta en el mas allá.
Yo te busco
sin buscarte desde la cobardía viva,
solo
imaginando tus intenciones;
pongo barreras
a lo inevitable,
retrasando la
caída de mi cuerpo
impidiendo la
fraternidad con una amistad,
supuestamente
inducida, condescendiente y eterna.
La muerte, a
veces, es el escape de los desolados
que buscan en
ella la compañera inconfundible y soberana
de uno mismo.
Hoy te busco en
lealtad, ven y abrázame.
José Manuel
Salinas.
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