Sereno estoy en mitad de la nada,
punzantes los sonidos y es vacío;
sellados mis labios amoratados
triste en mis oídos el repicar metálico.
Neblina, falta de luz de verdes y amarillos,
húmeda la gris sensación de desamparo
fausto el tétrico momento escapado de gloria
acompasadas las notas oxidadas de lo certero.
Campana cómplice en negro sortilegio
De un aviso desde lo más alto a lo que ha de llegar;
fuego chispeante, calor que deshace en lo profundo
y jamás visto, del averno que cura la cobarde maldad.
Sereno estoy en mitad de la nada
en el impar dúo de soledad y muerte,
estridente risa desgraciada que despavorida me viene
cual correoso miedo que
de mi se apodera.
Miserable por maldito, sin aliento que alimente
la carroña traicionera de esta mente enfermiza…
Ha dejado de repicar la oxidada campana,
que me engulla lo oscuro sin el descanso por toda la
eternidad.
*José Manuel Salinas*
D.R.
Un poco desesperanzado, pero así es en el fondo el corazón del hombre. Me ha gustado mucho. Un abrazo
ResponderEliminar