Complicada amapola, belleza silvestre,
dueña en presencia del suelo que la abraza,
mecida cómplice de brisas que la engalanan,
baño tenue del rocío en su alborada
Roja en pasión de vista aterciopelada,
opio en dosis, que acelera, embriaga,
enternece, hace fiel el pensamiento
adoctrinado sin luchas, ni espada
Tenues pistilos negros que la enmascaran,
reina sin trono del campo su dominio,
defensora de su intimidad, arraigados sentidos
marcados de creída libertad
Palidez de un sol que quema,
escarchas de noche con luna,
vestigios de un creer improbable,
fina arena inquieta, tierra sin agua es nula
Y luchará el sentido de flor abierta,
pasara la simpleza del efecto adormidera,
el verde tallo será abono, cómplice
mortecino del capullo marchito
Equivoco de mal raciocinio,
una sola flor por más bella
no hace ni embriaga jardín.
Perdida en su propia libertad.
*José Manuel Salinas*
D.R.
La belleza de la amapola es una belleza singular, qué bien la describes en tu poema, y sí, ella sola no hace jardín, pero qué hermoso cuando encontramos un campo de amapolas sembrado, aunque cada vez sean menos y más raros.
ResponderEliminarUn saludo desde mi mar.