No entiendo,
jamás comprenderé tu tiranía; el por qué de tus actos, tú profundizar en formas
grotescas y cerradas. Haciendo sublime trofeo el dolor gratuito a los demás.
¿Quién te
crees que eres?
Poder
maléfico, agnóstico de sentimientos; la fusta que castiga, el ego de tu pared.
Has de saber, que no eres nada sin mí y, nada serás conmigo.
Piltrafa
humana, pobre tonto; loco desterrado, que haces del mundo de todos y, nuestra
convivencia el tuyo paralelo. Más, nunca podrás con el poder magnánimo de mi
pensamiento, ese que hace de mí y en mí…ser libre.
Cien látigos
tendrás, mil perros con colmillos afilados, millón de castigos podrás
infligir…todos vanos. Desusos de tiempos pasados, ya no validos.
Te llamaré amo
de tu soledad. Harás que me arrodille en el barro de lo que es mi vida. Harás
de mí el abstracto de lo invisible. Pero nunca serás mi señor, ni el Dios
redentor…ese que debe existir…y, que para ti será la negación de tu vacío
¡pobre diablo soberbio denostado!
Yo viviré
eternamente. Mi existir será el todo multiplicado. Porque mis sentimientos, mi
pensamiento es herencia compartida. Lo llevaran otros; ellos harán la
revolución desde la unión, desde la simpleza de la palabra y, hechos nobles.
Eso que, a gentuza como tú, nunca por nunca entenderá, ni merecerá…la LIBERTAD.
No es siervo
el que sirve en sumisión, vasallo y cautivo del pecado. Es el que manda sin
equidad, dejándose llevar por su hegemonía dominadora, ciego castrado en vida
de su sinrazón.
Tus risas serán
tus lágrimas, baños fríos de gritos ahogados. Cuando el mundo en su máxima
expresión, deseche a mendigos de la inteligencia…esas migajas del intelecto,
maligno y cruel de una dicha malograda y desviada.
¡Hay tantos
así!...
*José Manuel Salinas*
D.R.
escrito con más dolor que con desidia,
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