Miré a tus ojos, en esa
cautividad permitida, la de mis sentidos. Te acaricié con la mirada satisfecho
de ver en ellos la luz del amanecer; esa que bendecida nace todos los días, que
me descubre por completo y me mima con suaves caricias, calidez de lo sentido.
Eres mi fiel guía en el horizonte
compartido, la brisa que embriagada con tu nombre, me da altura, empuje e ilusión.
Soy pájaro desprotegido buscando
cobijo, alas partidas en vuelos sin escalas, descoloridas, perdido plumaje en
negras cicatrices.
Miré a tus ojos, vi la luz
abonada, regalada y, agradecido en tu hombro me posé…
Pegado a ti en presencia, como el
sol al amanecer, borrando con su calor cualquier bruma de olvido.
*José Manuel Salinas*
Qué bonito encontrar el cobijo en el amor.
ResponderEliminarSaludos Rocío y Jose Manuel.