miércoles, 14 de noviembre de 2012

COMER EN PAZ.







Dormitando con los sentidos en la nada,
como única música un rugir de fondo
pelea en abrazos dolorosos de unas tripas vacías
tan hermanas y cómplices en el ayer.


A sangre y fuego corporal,
encarnizada lucha entre iguales,
derramando los fluidos almacenados de una vida,
buscando la supervivencia en el asqueo de la muerte.


Ya no se conocen, ciegos en su batalla,
rotas las promesas del bien,
desecho el compromiso de la buena guía,
del trabajo honrado, alimento y sustento del cuerpo.


No vale el parecerse en la fibra y sustancia del gen,
en la metamorfosis que el creador dio al sentido de paz,
halagarse en lo bien hecho y por hacer en la unión,
malgastados treinta años de este humano.

Siguen  sin saber que no hay vencedores ni vencidos,
que ésta guerra es desolación, soledad y luto…


Después de la nada, lágrimas brotan desde lo aborrecible,
en barbecho los mismos pensamientos, sin dar el brazo a torcer,
tirada la misma piedra y no recogida a tiempo.

La ingesta por la supervivencia es forzada,
sin libertad para comer lo apetecible,
lo que hace a un cuerpo ser lustroso,
erguido, respetado, con fuerza y voz.

Cuando la vista esté cansada y,
no distingan entre el rojo y el azul de un arco iris deforme,
cuando el botón de la chaqueta sea negro difunto,
Lloraran  al los cuerpos jóvenes que tuvieron toda la vida en sus manos.


Malditas tripas destrozadas por la vanidad, que todo lo hiere y pudre…


*José Manuel Salinas*
D.R.



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