El sol no calienta, ni falta me hace
tranquilo
cielo azul, suave brisa sin olor,
flores cortadas, vistosidad
aparente
marchitas
mañana, eterna primavera gris
Es en
la siesta, banderillas a las cinco.
No es tarde de toros manchados, capotes al
vuelo
ni
gritos, ni palmas, ni moscas “cojoneras”
es
tarde de negro azabache, sin burladero.
Los pájaros no trinan, no están en retirada
Sin
ser noche cerrada. No no hay luna.
Repicando
las campanas, con polifonía al son
sin letra, no es cantar, que solemnidad.
Danza
serena, sin música celestial
llegando
en un valsar, bailarines prestos y serios
tímido
baile helado en su vientre interior.
Diecinueve
escalones callados, fieles notarios
de
tanta fiesta natural, inmutables desgastados.
Puerta
grande, de roble imitado, sonoro cerrojo
haciendo
descanso, en pensado rellano preparado
nuevo
es el inquilino, no esperado
en grandiosa
casa temporal, por Dios recibido.
Miradas
variadas, bocas en susurro
almas
vivas, de cuerpos quietos
silencio
por bajo, oídos despiertos
enrabietadas
campanas, de estruendo dislocado
Soy el
invitado, que agrio honor.
Yo
frío, ellos llanto, vestido para la ocasión
traído
a obligadas, no me resisto
no
padezco, ni siento, ya… nada que decir
En
esta despedida, ánimas vivas
camino en su comienzo, a
mi vida eterna,
seré
polvo en esta tierra, ya sin cuerpo
existencia
de tenue luz, en sus recuerdos
* José Manuel Salinas*
D.R.
Un placer leer tan bellos versos...
ResponderEliminarFelicidades por tan hermosa inspiración.
Reme.