¡Ay dolor! que te has instalado en mi corazón,
lo haces
jirones, lo rompes, me destrozas.
Qué será de
mí, qué será de ella,
cómo le
cantare mi amor, cómo diré de su belleza.
¡Ay dolor!
escucha a este jilguero desde su jaula inexistente
de cánticos armoniosos, vivaces, alegres…
Vivir un instante te pide, apártate, vete…
Mil músicas
le dediqué, más solo una me queda
el poder
cantarle siempre, desde mi eterna primavera.
Qué será de mí, qué será de ella.
¡Ay dolor!
me destrozas…
Ya veo venir mi silencio, moriré yo…
No mi amor por ella.
Qué será de
mí… por favor, que viva ella.
¡Cómo la
quiero, Dios!… como te quiero, princesa.
D.R.
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