Lucha, lucha hasta la
extenuación,
por ese no sufrir
extraño, buscado,
que no todo ser humano
entiende
adherido a nuestro
propio ser.
Lucha forzando,
pon nombre a los
demonios interiores,
esos que dominan y te
guían
con una invitación
intransferible
llevado sin negar, al
fracaso propiciado.
Incauto imbécil,
supino malgastador de
bondades,
necio creído del que
todo lo sabe.
Tonto utilizado ante el
dolor ajeno,
dócil intelecto
avasallado.
Atraes tempestades de lo
incierto,
ahogos mortales,
desasosiego, destrucción,
creando aspavientos
indómitos,
levantiscos castigos
justicieros.
Agraciado sublime en tu
desgracia
prohibidos redondeos
prestados,
exaltados sentidos en
fiel alabarda torticera,
fingida por oculta en
oscuro pensamiento.
Maldiciones envenenadas,
cubiertas ahora en
soledad,
erráticas creencias de
tu prójimo,
brillante espejo provisto de palabras nobles,
voluptuosas frases
quiméricas.
Tan falsas…
Agudiza el ingenio,
la pizca que da la razón,
oculta tu falso
cesarismo;
disimula en el laberinto llevadero,
no curioso y segundón.
La vida es de cada uno,
no siempre hay que pedir
perdón…
*José Manuel Salinas*
D.R.