D. Manuel: Extraña y solitaria penumbra que me
envuelve el pensamiento, atrofia y deja de respirar el sentido…se convierte
todo en un mundo negro de pesadillas, de hilos sueltos que me dejan caer en los
abismos de mí no existir.
Me presiono el pecho, me arrodillo y
pienso en ese despertar, aunque agrio por la distancia, seguro de saber de su
existencia…de su vivir y que se sea junto a mí.
Atienda usted, blanca camelia, es una manera sincera de decirle…La
quiero.
Doña Ana: Me ruboriza usted caballero, los brotes de
las amapolas blancos han quedado ante mi faz expuestos. Apártese un poquito
que me falta el aire y siento como un desvaído, no quisiera marearme…no traje
pañuelo y el abanico ha quedado en el carruaje.
D. Manuel: Son luces que se encienden al entrar con
su brisa, caen en forma de suspiro a este respirar agitado mío; que me hace
levantar, soñar y crear sensaciones impolutas de vida a su lado: mi dama…Cuando
de pronto y sin saber, de que extraña manera me deja sin reflejos, sin la
luminaria que acerca mis pasos, Por el contrario con su fría calma solo hace el
intento fallido y vano de quererme.
Doña Ana: Le diré, para su alma atormentada, que
siempre está arriba; en la cumbre de este frágil alma que me cobija, adornando
mis mejillas, siendo mi luz y mi guía y , el que ostentosamente me abre las
puertas de la idolatría…más entienda caballero, que sigo siendo una dama y tan
delicada como esas flores tempranas.
Don Manuel: No me ande por el recobijo de su saber,
más no me diga de mis esperanzas, de mis días por venir…veo, que solo son
quimeras y al final mi sentencia será la agria despedida de su amor, de una
persona bajo la decadencia, si alguna vez hubo de sentir.
Doña Ana: ¿Me llama decadente, sabio caballero?
Don Manuel: ¿Escuchó mal acaso?
Doña Ana: Solo ha escuchado lo que acaso ha dicho.
Don Manuel: Yo se lo aclaro si me permite usted, he
querido decir una persona
bajo la decadencia de su sentir, refiriéndome a mí. ¿Se lo he aclarado, mi
cielo?
Doña Ana: Me llama cielo como si fuese una ironía y
no comprende, amable caballero, que ante sus ojos solo hay una mujer con el
deseo de ser amada con la misma brisa que ella adora con su esencia divina.
¡Que humor más fiero encoge el corazón que
lo porta! Cuando ante la gravedad de sus palabras solo se escuchan desdichas.
Don Manuel: De Quevedo dijeron que era traidor a la
mentira, que luchaba sin descanso con las armas más temidas, desde la a hasta
la z, desde la tinta al
pergamino…desde las ideas al infinito, de humor negro e ironías todas de ellas
se valía, de ahí que con todo se metiese…con lo vivo y con lo muerto.
Eso es humor fiero, la ironía con corona,
las verdades escondidas y dichas con
voz a través de sus letras.
Doña Ana: ¿Y me compara con tal personaje? ¡Pobre de mi! Una
humilde sirvienta. Que bajo esta apariencia se esconde un corazón que revienta
y lo hace de mil pasiones, todas con su nombre y su certeza.
Don Manuel: No la comparo a vuecencia con tal
personaje, ni tan siquiera la arrimo. Solo me limito a decir que tales
diferencias…de las palabras dichas con humores fieros.
Doña Ana: Veo que no tiene conciencia de lo que de
verdad se expone.
Don Manuel: La conciencia es el no existir, vivir del
recuerdo; que siendo mala nos atormenta y siendo buena, no nos da alimento.
Doña Ana: Vaya unas maneras más indolentes de tratar
a una dama. Sepa usted caballero que una declaración jurada, si en su boca vale
algo en la mía es pura misa con papa.
Don Manuel: Solo son palabras, de usted en ingenio
domado, depende el escoger entre tanto diccionario… ¡lleve, lleve las que más
les plazca! Las que más a su medida le vistan y deje las otras que tanto le
espantan.
Ya sabemos que el papa en estos tiempos,
el Borgia presumido, ese donjuán con sotana, ese de poder y vicio.
Doña Ana: Vaya majadero está usted hecho. Solo le
dije que lo amaba, no creo que haya pecado ante tales palabras, mas...veo que
han sido insultos por sus oídos rescatados.
Don Manuel: Mi no saber y mi decir sutil… ¡Válgame
Dios! Lo que molesta no lo apaña, ni los sofocos ni sus ganas.
Doña Ana: Ya callo entonces y acontezco los agravios
a mis verbos. Ya no busque en mi boca palabra alguna que pueda adornar o
aplacar su santísimo ego.
Don Manuel: Cuando la palabra es ofrenda, es gloriosa.
Pero si la torcemos como dagas deja de ser ofrenda para ser maldiciones mal dadas.
Doña Ana: ¿Dónde ha visto usted ofensa?
Don Manuel: Verla no la oteo, sentirla...rozando. Pero
como la siento tan molesta ya se lo digo de antemano.
Doña Ana: Que vulgar es usted, ni la pluma ni el
cincel han podido sofocar lo que en realidad esconde su ser.
Don Manuel: De esconder lo tenía, mas no puedo ya
retener, que presumiendo de dama de alta alcurnia, solo es una mujer. Que
aprieta, que lanza y acierta en este pequeño y dolorido ser.
Doña Ana: Una mujer enamorada, mire usted…para darme
cuenta a la larga que ha sido de un bufón cuando esperaba un caballero con
espada.
Don Manuel: jajá jajá, ahí le tiene usted.
Doña Ana: Hasta para reírse ha perdido la gracia.
Don Manuel: Eso es ser bufón y nunca lo pensé de
usted.
Doña Ana: Pensarlo no lo hizo, pero tratarme como
tal lo ha hecho con poesía y malas palabras. Así no se trata a una dama, sea
bufón o caballero, así solo trata a una dama cuando quien lo hace no tiene
moral pero si calaña.
Tome sus rosas, sus cartas de amor y el
frasquito de esencia que me regaló la semana pasada, entrégueselo a su santa
madre y, si por acaso ella no lo quiere…úselo usted bajo la pluma de su
precioso copete, porque va
a ser la única fragancia de
mí que le quede para siempre…pero si ve que tampoco es suficiente, vaya a los
barrios bajos que allí seguro que se le ofrecen.
José Manuel Salinas y Rocío Pérez Crespo.
*Derechos Reservados*
(Imagen bajada de la red)
Siempre es interesante cuando algo te saca una sonrisa y lo habeis conseguido conmigo.
ResponderEliminarLida charla de D Manuel y D Ana ,creo que a D Ana lo que peor le sentó y que no lo entendio en su momento ,fue que le dijera D Manuel decadente en el sentir,jajaja pero creo que aunque el final no fue muy feliz el amor reboloteaba por el aire.
Gracias.
Un beso ANA
Gracias de nuevo, ANA. Ciertamente lo pasamos genial escribiendo esto. De eso hace ya unos cuantos años...jajajajaja...pero me ha gustado volver a leerlo.
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