En lenta huida, un sol mortecino, acabado, derrotado,
sumiso ante la incipiente noche, acaricia el infinito.
Tristeza, lamento en ascua encendida, brillante,
poderoso en el día, majestuosa llama superior…
Idílico el momento en su silencio
fusionado a la línea de la inmensidad.
Valiente, cálido es el astro que divide sin romper
la unión verdadera del cielo y la tierra
Valioso atardecer en demostración,
al esconderse de un dios venerado,
bienaventurada su sabiduría y su templanza,
cobijo de las más brillantes luces del firmamento…
Contemplativo, nacerá el nuevo
día en su amanecer,
la historia divina de su saber, los empujes de la vida,
disipando las tinieblas. Ciclos en los humanos por aprender,
cargados de paz y amor por ser finitos…
Dedicado en exclusiva a hacer vida,
completa, dichosa y sin parangón de los ojos en ceguedad…
El ver, fue y es posible, sin desfallecer…
*José Manuel Salinas*
D.R