Inocencia de
terciopelo blanco, dormida en el profundo abismo del callado momento, de las
manos que acarician, de los labios entregados a los besos.
Braman las
estrellas al contemplar tu lecho, a través de la ventana de fino lino, acotan
la luz sembrando de sombras tu destino, envidia de tener en tu poder el corazón
más lindo.
Vuelan como
mil alondras los pensamientos, entré la verdad de la mente y la soledad de tu
cuerpo, entre la añoranza mas fiera, entre el dolor mas férreo, entre la
distancia mas abrupta, entre el camino más incierto.
Cae una
lágrima serpenteando indomable por tu cuello, dejando que caiga libre sobre el
regazo de los silencios.
Una frase emana
despacio, como una plegaria de tu pecho y desprende el aroma de los jazmines
tiernos, un olor que te recuerda su cuerpo, su infinita paz…su lado más
guerrero.
Y en ese
instante mirando el cielo, dejas escapar un deseo, trasportado por las alas
imaginarias del tiempo, cruzas los dedos esperando que asomen entre los luceros
los ojos de los magos hechiceros, aquellos que te contaron entre sueños que
eran los encargados de entregar en mano los legados mas sinceros. Esos que
están escritos con pluma de alma y tinta de fuego, acortando distancias,
haciéndose eterno… De tu corazón al suyo, un sencillo y humilde…te quiero.
*Rocío Pérez
Crespo*
D.R.
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