Vengo desde el olvido,
ese extraño, lejano lugar
sombrío del pensamiento,
donde los pájaros no cantan,
trinar muerto de la memoria.
Regreso, cargado de vacío,
sin peso, apenas tu nombre,
pegado a mis flácidas carnes.
Depositado a buen cobijo
tesoro entre paños guardado,
desgastados bolsillos
de un pantalón sin lustre.
Dormitaré en el silencio,
cual pájaro lo hace bajo sus alas,
expuesto a la intemperie,
a esas maldades enfundadas
en ficticio estar, sonrisa y calor.
No hay miedo
solo cansancio y sueño.
Amargura pegada a mi piel,
llorando estoy,
junto a tu rescatado, y vivo nombre...
*José Manuel Salinas*